domingo, 6 de abril de 2008

UNA SOCIEDAD ESPIRITUALMENTE MUTILADA


Grinberg, que fundó revistas como Contracultura y Mutantia y fue prosecretario de redacción de La Opinión y Télam, promovió también el rock argentino y la ecología social
Foto: Julián Bongiovanni


LA NACION (Buenos Aires) Sábado 21 de mayo de 2005

Los intelectuales y el país de hoy

"La gente sufre una mutilación espiritual"

La opinión del escritor Miguel Grinberg




“Generalmente, el lector o el oyente pasa la mayor parte del tiempo tratando de discernir desde qué lugar le están hablando, desde qué ideología, partido político, poder adquisitivo, religión... ¿es homosexual?, ¿es pagano? Para mí, es vital crear una sociedad en la cual se practique no la unanimidad, sino el diálogo de las diferencias. Pero soy optimista. En un mundo que tiende a ser patéticamente estéril también se vislumbran verdaderos chispazos de fertilidad. De lo contrario, no seguiría escribiendo, traduciendo, haciendo programas de radio...”


Miguel Grinberg se expresa desde su ceñido bunker literario-intelectual, donde pilas y más pilas de libros y revistas han terminado de apoderarse de las hornallas de la cocina, de una heladera, de un corredor y hasta del piso del baño. Allí, entre pilas de eclecticismo, toda “tierra firme” funciona como anaquel.

“El ser humano posee dones especiales, pero no se encuentra por encima de la naturaleza: es parte de ella”, dice este poeta y escritor de 67 años, calmado, quien tras haber trabajado diez años en Kenya bien podría haberse vuelto un animista africano. Pero no. Criado en el seno de una familia judía, Grinberg -padre de dos hijos brasileños y casado desde hace veintitrés años- cuenta que con el tiempo se sintió muy atraído por el cristianismo: "Tuve el privilegio de ser amigo de un gran hombre del siglo XX, el padre Thomas Merton, que me permitió visitarlo en su monasterio trapense, en Kentucky; por otra parte, la herramienta de meditación que yo buscaba me la dio -invitado por Allen Ginsberg- el budismo tibetano en el instituto Naropa, en Colorado. También me cautivó el sufismo islámico, los rollos del Mar Muerto y los esenios, en los que ya no se sabe dónde termina el judaísmo y empieza el cristianismo? Hoy puedo decir que soy naturalmente ecuménico".

Se puede decir que Grinberg ha sido protagonista de la cultura alternativa de las últimas cuatro décadas en la Argentina y en América. Editó revistas como Contracultura y Mutantia; publicó libros sobre temas tanto de rock como de ecología; fue cofundador de alianzas "verdes" pioneras (Red Nacional de Acción Ecologista y Pacto de Acción Ecosocial de América Latina); realizó memorables ciclos radiales y desde la prensa escrita y televisada promovió el rock argentino y la ecología social. Fue, además, prosecretario de redacción del diario La Opinión y de la agencia de noticias Télam. Entretanto, creó una técnica avanzada de meditación para el desarrollo del potencial intuitivo (holodinamia). Hoy, sin embargo, aclara que la suya no es una diversidad simultánea: "He tenido ciclos. Con mi primera revista literaria, Eco Contemporáneo, en los años 60, todo era poesía; después pasé a crítico cinematográfico y luego a realizador de programas de rock y publicista de cine para Hollywood. Más tarde, trabajé en la órbita de las Naciones Unidas en el tema de medio ambiente. Pero siempre fui un testigo crítico de la realidad argentina". Como si todo ese cambalache de intereses fuera poco, Grinberg deja deslizar, no sin algo de picardía, que su cuñado, salesiano, es obispo de la Iglesia Católica en Brasil, y su tío, vicario de la Iglesia Ortodoxa de San Pablo.

-Borges hablaba de un yo plural y de una sola sombra. ¿No se siente así?
-No se me había ocurrido. ¡Qué interesante! Y desconcertante también, porque el yo es por naturaleza singular. La pluralidad la dicta el coro que nos rodea; desde esa interacción surge un juego de espejos muy particular. Una vez recibí una carta de Allen Ginsberg, en la que me escribía: "Hoy cumplo 50 años; es como cumplir 15, pero con espejos". De todas maneras, uno elige el personaje que desea entre las muchas posibilidades. Y desde un punto de vista de la búsqueda espiritual uno trata de no dejarse comer por la sombra.

-En su libro "La generación V" usted habla de "vivir poéticamente". ¿A qué se refiere?
-Cuando se creó el servicio militar obligatorio, nuestro país estaba inmerso en una situación caótica, donde era necesario alfabetizar a muchos habitantes del interior e inmigrantes; era necesario crear conciencia nacional. La milicia hacía ese trabajo pedagógico. De carácter compulsivo, pero necesario en aquel momento. Hoy ya no se trata de crear una unanimidad conceptual a través de la nacionalidad, la cultura o de ese tipo de palabras que suelen usarse con mayúsculas. Hay fenómenos de la historia de la humanidad -como el canibalismo o el incesto- que, salvo en condiciones anormales o patológicas, ya han sido superados. Otros, aún no.

-¿Cuáles son hoy los grandes desafíos?
-Uno es la superación del instinto homicida. Todo el siglo XX fue una antología del espanto humano. El segundo punto es que ya no se puede seguir hablando de una educación o de una formación uniforme y universal.

-¿Cómo debería ser la educación?
-Particularizada, ya que cada uno de nosotros nace con un potencial y con dones definidos: el aprendiz no es un recipiente para llenar, sino una lámpara para encender. Y, en este sentido, los procesos de masificación son una plaga. Por eso, el tema consiste en concebir la vida como una obra de arte.

-¿Cree realmente que la vida como obra de arte es hoy una posibilidad?
-Todo lo contrario. Hoy se vive una espantosa dictadura de la vulgaridad, que genera toda esa gama de trastornos mentales, emocionales y de convivencia que llenan las páginas de los informativos. Así, el hombre-masa se solidifica y pasa a ser irracional, lentamente emotivo y destructivo. En estos dos últimos siglos de materialismo exacerbado se ha pasado por alto el hecho de que no somos seres destinados a existir como consumidores, contribuyentes o combatientes?

-¿Cuáles son las grandes epopeyas que tenemos por delante?
-Una es obvia: la estación espacial internacional que se está construyendo, y desde la cual se podrá salir a la aventura espacial con mucha más facilidad. La otra es la introspectiva, la que se esfuerza por ampliar el área de la conciencia.

-¿En cuál de las dos aventuras hemos llegado más lejos?
-El viaje hacia el exterior es y va a ser exclusivo para especialistas: astronautas, científicos, técnicos y militares. Con respecto a la epopeya introspectiva, creo que cada día hay más personas que, de manera intuitiva y espontánea, sienten que su estilo de vida les está robando la inocencia junto con el verdadero sentido de haber nacido. Yo todos los años participo de los congresos holísticos internacionales que se realizan en Brasil. Actualmente hay una corriente de ejecutivos, dentro del Banco Mundial, que realizan encuentros de debates espirituales, sencillamente porque sienten que su vida está incompleta. Estos congresos tienden a recibir auspicio económico de grandes compañías brasileñas o filiales de compañías trasnacionales.

-¿En qué se funda la inteligencia?
-Depende desde dónde se mire. Si se mira en el sentido de utilidad de la corporación transnacional, un tipo inteligente es el que permite que en el balance de fin de año se hayan ganado muchos más millones de dólares que en el año anterior.

-¿Y desde una mirada espiritualmente más evolucionada?
-Desde esa óptica, un ser inteligente es aquel que consigue ser él mismo de acuerdo a su naturaleza y lleva, además, ese proceso evolutivo hasta sus últimas consecuencias.

-¿Podría mencionar algunos ejemplos?
-Bueno, autores como Merton, Edgar Morin, Ken Wilber, el poeta persa Jalal al-din Rumi, William Blake... -Hay un tinte decididamente místico en casi todos ellos. En el contexto del misticismo, ¿qué papel desempeña el intelecto? -Es un recurso natural que se usa en el abordaje racional de los fenómenos y que permite, a la manera del radar, construir itinerarios. Yo, como intelectual, lo utilizo del mismo modo que el capitán de un barco utiliza la brújula. Ahora, cuando medito, trato de detener todos los discursos que la mente fabrica sin cesar. Meditar es el arte de entregarse. Uno aprende a nadar no porque conquista las aguas, sino porque aprende a acompañarlas. Y para esto es preciso alivianarse, soltar lastre; de lo contrario, te hundís. El otro día vi una película de origen hindú, "Samsara". En una escena, el lado frontal de una piedra preguntaba: "¿Cómo hace una gota de agua para mantenerse como tal, sin secarse o evaporarse? Y cuando el monje la da vuelta, lee: "Se sumerge en el océano". En el mundo no se practica ese tipo de enseñanzas; todo lo contrario: cada uno termina encerrado dentro de un frasquito. Y por eso tenemos grandes colecciones de frasquitos y poca humanidad.

-¿Cuál es el rol fundamental del intelectual contemporáneo?
-Hoy, el intelectual, en lugar de dejarse atormentar por todo lo que no funciona en la sociedad contemporánea, tendría que poner mucho más énfasis en la divulgación de nuevos caminos posibles, de los aciertos de quienes están en condiciones de marcarnos los claros, los tesoros ocultos y los verdaderos significados de nuestro papel en la vida. En estos tiempos, el intelectual tiene la rara oportunidad de asumirse como una especie de radar mental a fin de captar aperturas hacia realidades -individuales y sociales- inéditas.

-¿Por qué dice "rara oportunidad"?
-Porque la cultura actual se encuentra en una etapa de descomposición, y así como la Edad Media fue un torbellino que dividió los tiempos entre la Edad Antigua y la Edad Moderna, ahora atravesamos un territorio intermedio, que dejó de ser posmoderno. Al igual que el artista, el intelectual tiene tres opciones: denunciar, enunciar (o sea, describir conceptos desde la ética o la estética), o anunciar rumbos. Me atrae esta última posibilidad. Y desde ella, insisto en que la sociedad del mañana deberá concebirse como una obra de arte.

-¿No tiene la sensación de que a veces el propio ego termina siendo la principal preocupación de muchos intelectuales?
-Bueno, hay intelectuales que generalmente disertan para escucharse a sí mismos. Y debo reconocer que muchos de ellos producen disertaciones no menos que magníficas, pero absolutamente estériles. -William Blake, a quien usted admira, escribió: "Quien piensa y no obra, engendra peste".

¿Dónde entra el intelectual en ese concepto?
-La persistencia de la crítica negativa es una manera de bloquear el advenimiento de lo contrario. Un amigo mío, poeta, cuando leyó por primera vez esa frase de Blake, dijo: "Quien no piensa y obra, también engendra peste". Entonces, cuando el intelectual tiene al mismo tiempo una actitud humana, ya no tiene miedo al ridículo.

-Es que el miedo al ridículo es directamente proporcional al tamaño del ego.
-Sí, pero no hay nada que yo pueda hacer con el ego ajeno. A duras penas puedo hacer algo con el mío, y tratar de que no entorpezca en mi vida.

-En este aspecto, ¿cómo ha influido la psicología, que tanto insiste con la reivindicación del yo como una entidad permanente, no transitoria e independiente?
-La mayor parte de la psicología no hace más que aplacar los conflictos, para que la persona siga desempeñándose como un engranaje eficaz en la maquinaria que lo va a terminar por destruir, más de lo que lo ha destruido hasta ese momento. Con los años, me he sentido atraído por la psicología transpersonal, que, en cierta forma, amalgama lo espiritual y lo psicológico. Esto tiene un parentesco con lo que fue la psicología del hombre sano, de Abraham Maslow, que apuntaba a desarrollar los núcleos positivos de las persona, en lugar de quedarse atascado en los aspectos negativos o patológicos.

-Otro tema en el que usted insiste es en que las ciudades tienen que volverse verdes.
-Sí; no puedo dejar de lamentar que, en nombre del progreso, se siguen asfaltando y llenando de concreto los paisajes. Nuestra ciudadanía no está concientizada desde un punto de vista ecológico ni espiritual.

-¿Por qué hace referencia a la ecología y a lo espiritual simultáneamente?
-Porque la raíz etimológica oikos, del griego, que quiere decir "morada", sirve para crear tanto la ciencia ecológica como la palabra "ecuménico", que es la morada universal dentro de la cual pueden convivir todas las religiones. El grueso de la gente sufre una suerte de mutilación espiritual; es decir, está convencida de que el poder adquisitivo exacerbado es la vía para llegar a triunfar en la vida. Vamos a tener que seguir padeciendo algunos tsunamis y algunas otras catástrofes análogas para darnos cuenta de que, como decían algunos indios norteamericanos, el dinero no se puede comer. Sin embargo, por primera vez en la historia, el último premio Nobel de la Paz lo ganó una mujer africana, mi amiga Wangari Maathai, que, al mismo tiempo, es la primera ecologista en recibirlo, con lo cual vemos que, en cierta medida, estamos avanzando en la dirección apropiada.

-¿Cuando habla de espiritualidad habla también de religión?
-No tiene nada que ver una con la otra; la religión se apoya en el dogma y la espiritualidad en la inmensa generosidad del universo.

-¿Qué cree que sucederá con las religiones?
-Mucha gente necesita de la religión. Colin Wilson, un pensador contracultural británico, dijo, y yo coincido, que la religión es un bastón para el camino. Y hay gente que necesita un apoyo al caminar.

-Por último: ¿cómo es un intelectual en el siglo XXI?
-Una suerte de cronista de un nuevo mundo posible. Y, dado que la mente humana es una especie de timón, como intelectual, personalmente, me predispongo a expandir el área de mi conciencia, a orientarme hacia experiencias de plenitud, a soltar lastres de prejuicios y cobardías, y a proponer el ejercicio de una solidaridad conceptual y espiritual donde cada cual logre ofrecer lo mejor de su naturaleza.

Por Ignacio Escribano
De la Redacción de LA NACION
Link corto: http://www.lanacion.com.ar/706098

ENTREVISTA A EDGAR MORIN

En su última obra, Une politique de civilisation*, Edgar Morin profundiza su análisis sobre el estado del mundo, tema que ya había tratado en Tierra Patria, y propone una reforma de la política y del pensamiento para superar la crisis multiforme que atravesamos.

Label France: Hace años que constatamos que nuestras sociedades atraviesan una crisis económica, social y política, y que el mundo vive numerosas disfunciones. ¿Por qué la juzga usted fundamental?


Edgar Morin: Todo aquello que constituyó la faz luminosa de la civilización occidental presenta ahora un envés cada vez más negro. Así, el individualismo, que es una de las grandes conquistas de la civilización occidental, genera hoy cada vez más fenómenos de atomización, de soledad, de egocentrismo o de degradación de la solidaridad. Otro producto ambivalente de nuestra civilización es la técnica, que ha descargado a los hombres de enormes gastos energéticos confiándoselos a las máquinas, pero ha hecho que la sociedad sea esclava de la lógica cuantitativa de dichas máquinas.
La industria, que produce masivamente bienes baratos para satisfacer las necesidades de gran número de personas, es la causa de la contaminación y de la degradación que amenazan a nuestra biosfera. En este sentido, el automóvil es un perfecto ejemplo de los vicios y virtudes de nuestra civilización. Incluso la ciencia, de la que se pensaba que sólo aportaba beneficios, conlleva aspectos preocupantes como son el peligro atómico o la manipulación genética.
Así pues, podemos decir que el mito del progreso, fundamento de nuestra civilización que pretendía que el mañana sería indudablemente mejor que el presente, y que compartían el mundo del oeste y el mundo del este -puesto que el comunismo prometía un porvenir radiante- ha caído en cuanto mito. Lo que no significa que el progreso sea imposible, sino que no puede considerarse como algo automático y que suscita también regresiones de todo tipo. Actualmente hemos de reconocer que la civilización industrial, técnica y científica crea tantos problemas como los que resuelve.

Esta crisis ¿concierne solamente a las sociedades occidentales?


Es una situación general en la medida en que la civilización occidental se ha mundializado, al igual que ese ideal al que había llamado desarrollo. Este último fue concebido como una especie de máquina cuya locomotora fuera técnica y económica, y arrastrara a los vagones, es decir, al desarrollo social y humano.
Sin embargo, nos damos cuenta de que el desarrollo, contemplado únicamente desde un punto de vista económico, no descarta ni mucho menos un subdesarrollo humano y moral. Primero en nuestras sociedades ricas y desarrolladas, y luego, en las sociedades tradicionales.
Así que se han puesto en tela de juicio nuestras antiguas soluciones, lo que supone enormes retos para nosotros y nuestro planeta, especialmente frente al peligro que entraña la economía llamada 'mundializada' de la que ignoramos aún si la elevación del nivel de vida que promete no va a comportar una degradación de la propia calidad de vida.
Esta degradación de la calidad respecto a la cantidad es síntoma de nuestra crisis de civilización, pues vivimos en un mundo dominado por una lógica técnica, económica y científica. Sólo es real aquello que es cuantificable, lo que no lo es es evacuado, en especial del pensamiento político. Desgraciadamente, ni el amor, ni el sufrimiento, ni el placer, ni el entusiasmo, ni tampoco la poesía entran en la cuantificación.
Temo que la vía de la competitividad económica acelerada y amplificada nos conduzca a un incremento del desempleo. La tragedia es que no tenemos la clave para salir. Nuestros instrumentos de pensamiento, nuestras ideologías, como el marxismo que pensaba equivocadamente, por desgracia, que suprimiendo la clase dirigente se eliminaba la explotación del hombre por el hombre, han demostrado su fracaso. Así pues, nos sentimos un tanto desorientados.

¿Ha existido en el pasado una situación crítica comparable a ésta?


Este desarrollo técnico, económico y científico, con sus propios efectos, es un fenómeno único en la historia. Pero ya se han producido otras situaciones críticas. Cuando un sistema dado se encuentra saturado por problemas que no puede resolver, caben dos posibilidades: o la regresión general o un cambio de sistema.
El caso de la regresión se ve ilustrado por el Imperio Romano. Como ahora sabemos, no fueron los bárbaros los que provocaron la caída del Imperio Romano, sino la incapacidad de éste de transformarse y resolver sus problemas económicos. Por el contrario, el nacimiento de las sociedades históricas hace diez mil años en Oriente Medio, pasando de pequeños grupos nómadas de cazadores y recolectores, a la agricultura y la sedentarización en poblados constituye un ejemplo perfecto sobre la superación de un sistema de organización con demasiados compartimentos o demasiado disperso como para resolver los problemas planteados por una gran concentración de poblaciones.

En estas mutaciones, se franquea una etapa y se cambia de escala en realidad. ¿Entra dentro de la lógica del futuro de las sociedades humanas acceder a la fase de la mundialización, a la que usted llama "era planetaria" y que hoy se contempla sobre todo como un peligro?


En efecto, al ser incontrolada la mundialización genera múltiples regresiones. Pero es una posibilidad que podría ser deseable. La mundialización tiene evidentemente un aspecto muy destructor por propiciar el anonimato, la uniformización de culturas, la homogeneización de las identidades, pero representa también una oportunidad única para los hombres de las diferentes culturas del planeta de comunicarse, comprenderse y favorecer los mestizajes.
Esta nueva etapa no llegará más que si nos convencemos de que somos ciudadanos de la Tierra a la vez que somos europeos, franceses, africanos, americanos... que ésta es nuestra patria, sin rechazar por ello las demás. Dicha toma de conciencia de la comunidad de destino terrestre es la condición necesaria para efectuar este cambio que nos permitiría copilotar el planeta, cuyos problemas están inextricablemente mezclados. De no ser así, se conocerá un incremento de los fenómenos de "balcanización", de repliegue defensivo y violento sobre las identidades particulares, étnicas, religiosas, que es el negativo de este proceso de unificación y de solidarización del planeta.

Estos problemas planetarios, que superan la competencia de los Estados nación precisan respuestas políticas planetarias. ¿Quiere ello decir que habría que instaurar un gobierno mundial con el riesgo de totalitarismo que esto comporta?


En absoluto. Lo que yo creo es que indudablemente hay que esperar que se elabore una confederación mundial, que a su vez sería una confederación de confederaciones continentales, de las que Europa podría ser modelo y ejemplo. Creo que habría que crear instancias mundiales para regular problemas vitales como la ecología, el sector nuclear y el desarrollo económico que, en razón de sus consecuencias socioculturales, no debería escapar al control político.

Pero lo esencial de la política de civilización debería ser elaborada a escala nacional. ¿Cuáles son sus líneas generales y su finalidad?


Si hay una crisis de civilización es porque la política considera los problemas fundamentales en general como problemas individuales y privados y no percibe su interdependencia con los problemas colectivos y generales. La política de civilización pretende situar al hombre en el centro de la política, como fin y medio, y promover el "bienvivir" en lugar del bienestar. Ya son muchas las acciones que emanan de la sociedad llamada civil que se inscriben en esta línea, pero esas iniciativas para recrear la convivencia y la solidaridad, son hoy por hoy muy dispersas. La política de civilización debería apoyarse en dos ejes esenciales, válidos para Francia y para el resto de Europa: humanizar las ciudades, lo que exige enormes inversiones, y luchar contra la desertificación del campo.

Le reprocharían entonces el problema de la financiación de esos grandes proyectos en tiempos de crisis...


Por supuesto, pero porque pensamos en términos de presupuestos separados. Sería necesario crear un sistema contable que evalúe las consecuencias ecológicas y sanitarias de nuestros males de civilización.

Millones de años después de su aparición, le parece que el homo sapiens está todavía en el estadio de la prehistoria en el plano del espíritu y del comportamiento. ¿En qué supone nuestro modo de pensar y aprehender la realidad un impedimento para superar nuestros problemas actuales?


El conocimiento sólo es pertinente cuando se es capaz de contextualizar su información, de globalizarla y situarla en un conjunto. Sin embargo, nuestro sistema de pensamiento que impregna la enseñanza de la escuela primaria a la universidad, es un sistema parcelario de la realidad y hace que las mentes sean incapaces de relacionar los distintos saberes clasificados en disciplinas. Esta hiperespecialización de los conocimientos, que conduce a extrapolar un solo aspecto de la realidad, puede tener importantes consecuencias humanas y prácticas en el caso, por ejemplo, de las políticas de infraestructuras que muchas veces ignoran el contexto social y humano. Contribuye igualmente a despojar a los ciudadanos de las decisiones políticas a favor de los expertos.
La reforma del pensamiento enseña a afrontar la complejidad con ayuda de instrumentos, de conceptos capaces de relacionar los diferentes saberes que están a nuestra disposición en este fin del siglo XX. Se trata de algo vital para esta era planetaria en la que se ha hecho imposible, y artificial, aislar a escala nacional un problema importante. Esta reforma de pensamiento, que precisa a su vez una reforma de la educación, no está en marcha en ningún sitio y sin embargo es necesaria.
En el siglo XVII, Pascal había comprendido ya hasta qué punto todo está vinculado, reconociendo que "cada cosa es ayudada y ayudante, causada y causante" -incluso tenía el sentido de la retroacción, lo cual era admirable para su época-, "y estando todo relacionado mediante un vínculo invisible que une las partes más alejadas entre sí, me parece imposible conocer las partes si no conozco el todo, así como conocer el todo sin conocer las partes". Es su frase clave. La educación debería tender hacia este aprendizaje.
Pero, desgraciadamente, hemos seguido el modelo de Descartes (contemporáneo de Pascal) que preconizaba la división de la realidad de los problemas. Sin embargo, un todo produce cualidades que no existen en las partes separadas. El todo no es nunca únicamente la adición de las partes. Es algo más.

Usted propone superar el antagonismo tradicional entre lo particular y lo universal. ¿Por qué no es contradictorio "querer preservar la diversidad de las culturas y desarrollar la unidad cultural de la humanidad"?


Es indispensable poder concebir la unidad de lo múltiple y la multiplicidad de lo uno. A menudo tendemos a ignorar la unidad del género humano cuando se ve la diversidad de las culturas y de las costumbres, y a borrar la diversidad al contemplar la unidad. El verdadero problema es ser capaces de ver lo uno en lo otro, puesto que lo propio del ser humano reside precisamente en ese potencial de diversidad, de las lenguas, de las psicologías, etc., que no tiene porqué poner en tela de juicio la unidad humana, a la vez anatómica, genética, cerebral, intelectual y afectiva.
Se comprende así que lo general y lo particular no sean enemigos puesto que lo general en sí es singular. La especie humana es singular respecto a las otras especies, y produce singularidades múltiples. Nuestro universo es singular pero produce la diversidad. Es pues necesario comprender lo uno y lo múltiple, ya que las mentes incapaces de concebir la unidad de lo múltiple y la multiplicidad de lo generan irremediablemente la unidad que homogeneiza o las multiplicidades que se encierran en ellas mismas.

Para regenerar la democracia usted preconiza volver a los valores de la trinidad republicana "libertad, igualdad, fraternidad". ¿En qué sentido deberían revisarse estos conceptos?


Lo interesante es que esta fórmula es compleja, los tres términos son a la vez complementarios y antagonistas. La libertad sola aniquila a la igualdad e incluso a la fraternidad. La igualdad, impuesta, destruye la libertad sin lograr la fraternidad. En cuanto a la fraternidad, que no puede ser instituida por decreto, debe regular la libertad y reducir la desigualdad. En realidad es un valor que pone de manifiesto la relación de uno mismo con el interés general, es decir, el civismo. Cuando decae el espíritu ciudadano, cuando uno deja de sentirse responsable y solidario de los demás, la fraternidad desaparece. Estas tres nociones son pues muy importantes. Hay momentos de la historia en los que el problema crucial es el de la libertad, sobre todo en condiciones de opresión, como en el momento de la Ocupación de Francia, y existen situaciones en las que el problema capital es la solidaridad, como ocurre hoy en día.

En el ámbito europeo es usted partidario de un modelo de federación de Estados. ¿Qué papel podría desempeñar Francia?


Francia podría desempeñar un papel pionero porque su cultura posee una herencia de universalidad, de fe cívica, republicana y patriótica, pero también porque Francia es el único país europeo que desde el siglo XIX es un país de inmigración, mientras que los demás son países de emigración. Francia ha heredado una tradición de integración de los extranjeros a través de la escuela y la naturalización, automática en el caso de los niños nacidos en Francia desde la Tercera República (1870). Aunque nunca eufórica al principio, esta integración que sigue funcionando a pesar de las dificultades propias de los tiempos de crisis, explica que un cuarto de la población francesa actual tenga ascendientes extranjeros. Finalmente, a causa de su imperio colonial, Francia reconoció como franceses a los martiniqueses o a los vietnamitas, es decir, a personas de otro color. En el modelo francés, la identidad nacional ha sido transmitida siempre por la escuela republicana y la enseñanza de la historia de Francia. Los niños asimilaban Vercingetorix, Roma, Clovis, es decir una historia muy rica, y además muy interesante, pues la mitología francesa exalta a la vez a un héroe de la independencia, Vercingetorix, pero no trata de colaboradores a los galos que fueron por su parte romanizados. Así pues, Francia desde su origen, acepta el mestizaje con los romanos, y luego con los germanos. Constituida a partir de un pequeñísimo reino, l'Ile de France, que se fue ampliando con el transcurso de los siglos al anexionar regiones heterogéneas, Francia se caracteriza en realidad por un proceso de afrancesamiento permanente.

Su diagnóstico desemboca en una situación "lógicamente desesperada". ¿Qué es lo que le hace concebir esperanza?


Pienso que debemos propiciar los intercambios. De la misma manera que Asia se ha abierto a la técnica occidental, debemos nosotros ser receptivos a la aportación de las civilizaciones asiáticas, budistas e hinduístas, por la importancia que han prestado a la relación entre uno mismo y uno mismo, entre su espíritu y su alma y su cuerpo, que nuestra civilización productivista y activista ha ignorado por completo. Tenemos mucho que aprender de las otras culturas. De la misma manera que el Renacimiento se produjo porque la Europa medieval volvió a las fuentes griegas, debemos hoy intentar un nuevo renacimiento volviendo a las múltiples fuentes del universo.
Las razones que me hacen tener esperanza se fundan igualmente en el hecho de que estamos en la prehistoria del espíritu humano, lo que significa que las capacidades mentales humanas están aún subexplotadas, especialmente en el plano de las relaciones con los demás. Somos bárbaros en las relaciones con los demás, no solamente entre religiones y pueblos diferentes sino en el seno de una misma familia, entre los padres, donde falta comprensión. Por otra parte, la historia nos enseña que hay que apostar por lo improbable. Yo he vivido históricamente dos veces la victoria de lo improbable. Primero con la derrota del nazismo en 1945, cuando la victoria alemana era probable en Europa en 1941, y posteriormente con la caída del sistema comunista en 1989-1990. Lo peor no es nunca certero y "allí donde surge el peligro surge también lo que puede salvarnos", como dice Hölderlin recordándonos que el peligro nos ayudará tal vez a salvarnos, a condición de tomar conciencia de ello.

Declaraciones recogidas por Anne Rapin

* En el que expone su análisis junto al del politólogo y filósofo Sami Naïr.


Notas bibliográficas

Edgar Morin es uno de los pensadores franceses más importantes de su época, director emérito de investigaciones en el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS, del francés Centre national de la recherche scientifique). Su obra múltiple está guiada por la preocupación de un conocimiento que no esté mutilado ni dividido, capaz de abarcar la complejidad de lo real, respetando lo singular a la vez que lo integra en su conjunto. En este sentido:
- ha efectuado investigaciones en sociología contemporánea (El espíritu del tiempo, edit. Grasset, 1962-1976)
- se ha esforzado por concebir la complejidad antroposocial incluyendo la dimensión biológica y la dimensión imaginaria (El hombre y la muerte, Seuil, 1951, El cine o el hombre imaginario, Minuit, 1956, El paradigma perdido: la naturaleza humana, Seuil, 1973)...
- enuncia un diagnóstico y una ética para los problemas fundamentales de nuestro tiempo (Para salir de siglo XX, Nathan, 1981, Pensar Europa, Gallimard, 1987, Tierra Patria, Seuil, 1993, Une politique de civilisation, con Sami Naïr, Arléa, 1997)
- finalmente ha elaborado en veinte años (1977-1991) un Método (1. La Naturaleza de la naturaleza, 2. La Vida de la vida, 3. El Conocimiento del conocimiento, 4. Las Ideas, su hábitat, su vida, sus costumbres, su organización, Seuil) que permitiría una reforma del pensamiento.
La complejidad humana (Flammarion, 1994) reúne conceptos clave de la obra de Edgar Morin (fragmentos de sus principales obras) y permite un primer acercamiento al "pensamiento complejo".


La mayoría de estas obras han sido traducidas (o lo están siendo) al alemán, inglés, chino, coreano, español, griego, italiano, polaco, portugués, ruso, sueco.

MÍSTICA Y RELIGIÓN


Todas las cosas tienen su otro lado. Y captar el otro lado de las cosas es darse cuenta de que lo visible es parte de lo invisible: eso es lo que hace la mística.

¿Qué es mística? Mística viene de misterio. Misterio no es el límite del conocimiento. Es lo ilimitado del conocimiento. Conocer más y más, entrar en comunión cada vez más profunda con la realidad que nos envuelve, ir más allá de cualquier horizonte y hacer la experiencia del misterio. Todo es misterio: las cosas, cada persona, su corazón... el universo entero.

El misterio no se presenta como aterrador, como un abismo sin fondo. Irrumpe como voz que invita a escuchar más y más el mensaje que viene de todas partes, como un llamado seductor a moverse más y más en la dirección del corazón de cada cosa. El misterio nos tiene siempre admirados y hasta fascinados, sorprendidos y hasta exultantes.

¿Qué hay más misterioso que la persona amada? ¿Qué hay más profundo que el mirar inocente de un recién nacido? ¿Qué hay más majestuoso que el cielo estrellado en las noches oscuras de invierno?

Mística significa entonces la capacidad de conmoverse ante el misterio de todas las cosas. No es pensar las cosas, sino sentir las cosas tan profundamente, que llegamos a percibir el misterio fascinante que las habita.

Pero la mística revela la profundidad de su significación, cuando captamos el hilo misterioso que las une y reúne, liga y religa todas las cosas haciendo que sean un Todo ordenado y dinámico. Es la Fuente originaria de la cual todo dimana y que los cosmólogos llaman con el infeliz nombre de «vacío cuántico».

Las religiones osaron llamar Dios a esta realidad fontal. No importan sus mil nombres: Yavé, Padre, Tao, Olodum... Lo que importa es sentir su atención y celebrar su presencia.

Mística no es por tanto pensar «sobre» Dios, sino sentir a Dios con todo el ser. Mística no es hablar «sobre» Dios, sino hablar a Dios y entrar en comunicon con Dios. Cuando rezamos, hablamos con Dios. Cuando meditamos, Dios habla con nosotros. Vivir esta dimensión en lo cotidiano es cultivar la mística.

Al traducir esa experiencia incomunicable, elaboramos doctrinas, intentamos ritos, prescribimos actitudes éticas. Nacen entonces las muchas religiones. Detrás de ellas y de sus fundamentos se da siempre la misma experiencia mística, el punto común de todas las religiones. Todas ellas se refieren a ese misterio inefable que no puede ser expresado adecuadamente por ninguna palabra que esté en los diccionarios humanos.

Cada religión posee su identidad y su forma propia de decir y celebrar la expriencia mística. Pero como Dios no cabe en ninguna cabeza, ya que es mayor que todas ellas, siempre podemos añadir algo a fin de mejor captarlo y traducirlo para la comunicación humana. Por eso, las religiones no pueden ser dogmáticas ni sistemas cerrados. Cuando eso ocurre, surge el fundamentalismo, enfermedad frecuente de las religiones, tanto en el cristianismo como en el islam.

La mística nos permite vivir lo que escribió el poeta inglés William Blake (+1827): «ver un mundo en un grano de arena, un cielo estrellado en una flor silvestre, tener el infinito en la palma de su mano y la eternidad en una hora». He ahí la gloria: sumergirse en aquella Energía bienhechora que nos llena de sentido y alegría.


Leonardo Boff

Agosto 6, 2004

PLANETA TIERRA SUPERSTAR















Hawking sacude la Red en busca de respuestas
El físico sigue la estela de Bono y Gore y pregunta al ciberespacio cómo mejorar el mundo
MÓNICA C. BELAZA - Madrid
EL PAÍS - Sociedad - 15-07-2006


¿Cómo se combaten la pobreza en el mundo o el cambio climático? ¿Sobrevivirá la especie humana más de 100 años? El físico Stephen Hawking, el cantante de U2 Bono y el ex vicepresidente de EE UU y activista contra el cambio climático Al Gore han lanzado estas preguntas al ciberespacio. La iniciativa, que partió de Yahoo!, ha sacudido la Red, sobre todo en el caso de Hawking: en apenas una semana, casi 25.000 internautas han escrito aportando respuestas a la pregunta del científico, preocupado por si la especie humana durará otros 100 años.

En total, los llamamientos a mejorar el mundo de los tres han reunido más de 50.000 aportaciones. Aunque la iniciativa ha demostrado una gran capacidad de generar debate, Bono y Gore no se han librado de la desconfianza de parte del agora global: algunos cibernautas les acusan de perseguir como fin principal la autopromoción para vender sus libros, discos o películas.

La enciclopedia británica ofrece una única respuesta, información seleccionada para aquel que la va a recibir, por una fuente autorizada. En el caso de la enciclopedia virtual Wikipedia, en el que la fuente puede ser cualquiera, lo que finalmente llega al lector es el contenido de consenso. Páginas como Yahoo! Answers, sin embargo, se basan en la diversidad de respuestas, en la posibilidad de que cualquiera pueda preguntar y cualquiera responder. Todo el mundo opina y todo lo que tienen que decir aparece después ante los ojos del preguntador y del resto de la comunidad. Los temas son infinitos. Se piden desde consejos para adelgazar hasta información sobre política internacional. Hasta que no se lee, es imposible saber si es interesante o no; no hay autoridades de antemano. "Es una forma de generar contenido muy interesante", indica el profesor del Instituto Empresa Enrique Dans. "Consigues que sean los propios usuarios los que elaboren los contenidos, que es la forma más barata de obtenerlos, y con ciertos incentivos logras además que estén contentos por haber contribuido". Para determinar la calidad de las respuestas se ha establecido un sistema de puntos. También democrático. Cualquiera puede votar y decidir si lo que ha escrito el de al lado es una tontería o tiene algún interés.

El físico Stephen Hawking, acostumbrado a ofrecer respuestas, ha aceptado esta vez, preguntar. Lo que no parece probable es que pueda leer a las más de 20.000 personas que han decidido pensar durante un rato sobre la supervivencia de la especie y compartir sus reflexiones con el sabio.


AL GORE Ex vicepresidente de EE UU
"¿Cómo luchar contra el cambio climático?"
EL PAÍS - Sociedad - 15-07-2006



Al Gore, ex vicepresidente de los Estados Unidos entre 1992 y 2000 y actual divulgador y experto en cambio climático, planteó su pregunta precisamente sobre esta cuestión. No pocos cibernautas desconfían: demasiado relacionado con su libro An inconvenient truth (Una verdad inconveniente), y con la película del mismo nombre, que se exhibirá próximamente en España, dedicados ambos al calentamiento global.

Su pregunta fue: "¿Qué puede hacerse para revertir los efectos del cambio climático?". Y muchos se plantean si Al Gore está sólo haciendo promoción de sus productos. La cuestión no suscitó tanto interés como las de Bono y Stephen Hawking, pero 7.838 personas han decidido estrujarse un rato las meninges y responder. Y algunos dedican más de dos folios para ofrecer su visión del problema y las posibles soluciones. Como la del hombre que, según Al Gore, ha ofrecido la mejor respuesta. Este internauta sostiene que para luchar contra el cambio climático hace falta una implicación a fondo, que en su opinión debe afectar a cuatro niveles: personal y familiar -ahorrando energía en la vida diaria-, local y regional -implicándose activamente en la comunidad, entre otras muchas cosas-; nacional -informándose y exigiendo determinadas actuaciones a los políticos- e internacional.


BONO Cantante de U2
"¿Cómo acabar con la pobreza?"

EL PAÍS - Sociedad - 15-07-2006

- ¿Crees que Bono va a encontrar la fórmula para erradicar la pobreza gracias a Yahoo!?

-No, pero más famosillo sí se va a volver, que supongo que es lo que le interesa.

La pregunta que lanzó el cantante del grupo musical U2 en el ciberespacio, "¿Qué podemos hacer para terminar con la pobreza?", ha generado muchas otras. Como la que aparece al principio de este texto. Y la gran mayoría desconfía del altruismo de Bono.

Varios cibernautas sostienen que el cantante no tiene ningún interés en generar conocimiento, que supuestamente es lo que se pretende con este servicio, sino que lo está utilizando como una herramienta más de promoción para hacer publicidad de su ONG humanitaria ONE, dedicada a programas para erradicar el hambre en el mundo. "Yo creo que su pregunta sólo es un producto más", critica una chica. Otra, le responde: "Él lucha por una buena causa y tampoco importa que use a Yahoo! para promocionarla".

Una vez más, al igual que con Stephen Hawking, la pregunta del cantante ha generado casi 30.000 respuestas en seis días. En el programa español, que también la ha incorporado, ya han contestado 6.500 personas. A pesar de las críticas, parece que la gente no deja pasar la oportunidad de contestar directamente las grandes cuestiones que plantean los famosos.

LA GRAN CADENA DEL SER


1) El argumento fundamental de la Filosofía perenne es que los seres humanos estamos constituídos por la llamada Gran Cadena del Ser, es decir, somos: materia, cuerpo, mente, alma y espíritu.

2) Por eso es extraordinariamente importante determinar el nivel, o niveles (físico, emocional, mental o espiritual) en donde se origina la enfermedad.

3) Para el tratamiento principal (aunque no necesariamente exclusivo) de una determinada enfermedad resulta de capital importancia utilizar un procedimiento congruente, con el “mismo nivel” en el que el problema se manifiesta.

Es decir, intervenir físicamente en las enfermedades físicas, utilizar la terapia emocional para los trastornos emocionales, los métodos espirituales para las crisis espirituales, etcétera. En el caso de haber descubierto la presencia de una combinación de causa entonces también conviene desplegar una combinación pertinente de tratamientos.

4) Esto es algo sumamente importante porque si te equivocas en el diagnóstico y crees que el problemas se origina en un nivel superior al que realmente tiene lugar creas culpabilidad y si lo ubicas, en cambio, en un nivel inferior generas desesperación.

En ambos casos, el tratamiento será ineficaz y tendrá el inconveniente adicional de agobiar al paciente con el peso de la culpa o la desesperación que ocasiona un diagnóstico equivocado.

Si una persona es atropella por un autobús y le rompe una pierna, por ejemplo, nos encontraremos en presencia de enfermedad física que requerirá, por tanto, de los remedios físicos apropiados: volver a colocar el hueso en su lugar y enyesar la pierna; lo cual sería una intervención del “mismo nivel”. Pero, en un caso así, no resulta nada pertinente sentarse en medio de la calle y visualizar que la pierna se rehabilita sola. Esta, sin embargo, es una técnica propia del nivel mental, e ineficaz por tanto para resolver los problemas de tipo físico. Si, además, quienes te rodean te censuran diciendo que tus pensamientos fueron los que terminaron provocando ese accidente y que deberías ser capaz de solucionar el problema de la pierna recurriendo exclusivamente a tus pensamientos, lo único que ocurrirá es que te sentirás culpable, te harás reproches y perderás autoestima.Esa sería una manera sumamente inadecuada de mezclar niveles y tratamientos.

Por el contrario, la falta de autoestima debido a ciertos guiones interiorizados en la infancia que afirman que eres malo o incompetente, constituye un problema propio del nivel mental que exige una intervención adecuada al nivel mental, como la visualización o las afirmaciones, por ejemplo (una intervención, en definitiva, que se ocupa de reescribir los guiones personales, cosa de la que se ocupa, por ejemplo, la terapia cognitiva). En tal caso, recurrir a intervenciones propias del nivel físico (como tomar megavitaminas o cambiar la dieta alimenticia, por ejemplo) no resultará muy eficaz (a menos que padezcas también un desequilibrio vitamínico que agrave el problema). Pero si sólo utilizas recursos físicos, terminarás desesperándote porque el nivel del tratamiento que habrás elegido es simplemente inadecuado para tratar ese problema.

Así pues, el planteamiento general ante cualquier enfermedad debería comenzar tratando de determinar el nivel en el que se presentan la anomalías y procediendo desde abajo hacia arriba. Quiero decir que: primero habría que buscar las posibles causas físicas; luego habría que pasar a las posibles causas emocionales, después a las causas mentales y por último, habría también que pasar revista a las posibles causas espirituales.


Es muy importante que procedamos así porque hoy en día sabemos que muchas enfermedades cuyo origen se achacaban antiguamente a causas exclusivamente espirituales o psicológicas dependen de factores físicos o genéticos.

Antiguamente, por ejemplo, se creía que el asma se debía a una “madre asfixiante”, pero, hoy en día, se sabe que su origen y su aparición obedecen, en gran medida, a causas biofísicas. Algo parecido ocurre en el caso de la tuberculosis (que se explicaba como la consecuencia de una “personalidad destructiva”), o la gota ( el fruto de la debilidad moral) por ejemplo, así como la profusa creencia en una “personalidad propensa a la artritis” tampoco superó la prueba del tiempo. En cualquier caso, hay que ser muy conscientes de que todas estas interpretaciones no hacen más que generar culpabilidad en quienes padecen la enfermedad y que los tratamientos, por su parte, no funcionan en absoluto porque corresponden a un nivel inadecuado.

Con todo esto no quiero decir que los tratamientos propios de otros niveles no puedan ser muy importantes como factores auxiliares o coadyudantes porque está muy claro que complementariamente también pueden ser útiles. En el caso sencillo de la fractura de pierna, por ejemplo, las técnicas de relajación, visualización, las afirmaciones, la meditación y la psicoterapia, pueden, en caso necesario, ayudar a crear un ambiente más equilibrado en el que la curación física podrá producirse con mayor fácil y rapidez.

Una persona aquejada de una enfermedad grave puede beneficiarse de estas técnicas y experimentar cambios muy profundos, pero de eso a decir que contrajo la enfermedad por que requería de esos cambios es un absurdo. Eso sería los mismo que argumentar que, dado que la aspirina hace descender la fiebre, la fiebre se debe a una carencia de aspirina. Ahora bien, la mayor parte de las enfermedades no se originan en un nivel concreto y definido. Además, todo lo que ocurre en un determinado nivel o dimensión de la persona afecta, en mayor o menor medida, a todos los demás niveles.

Según la teoría de los sistemas, cuando un nivel inferior provoca efectos en los niveles superiores se habla de “causalidad ascendente” y cuando un nivel superior tiene efectos o influye sobre los niveles inferiores se habla, por el contrario, de “causalidad descendente”.Por consiguiente, la cuestión es:
¿cuánta causalidad descendente ejerce la mente (nuestros pensamientos y nuestras emociones) en la enfermedad física?Y la respuesta parece ser:
“Mucha más de la que anteriormente se pensaba pero mucho menos de la que piensan los teóricos de la New Age”.

La nueva escuela de la Psiconeuroinmunología (PNI) ha encontrado evidencia convincente de que nuestros pensamientos y nuestras emociones influyen directamente en el sistema inmunológico. El efecto no es grande pero resulta claramente discernible. Esto, por supuesto, es lo que cabía esperar del axioma de que cada nivel, afecta a todos los demás aunque en un grado limitado. Pero la medicina empezó siendo una ciencia propia del nivel físico e ignoró la influencia de los niveles superiores en la génesis de una enfermedad física (“el fantasma en la máquina”). La PNI, por su parte, ha aportado el correctivo necesario, ofreciendo una visión más equilibrada. La mente puede afectar al cuerpo en un grado limitado pero no, por ello, insignificante.

En este sentido se ha descubierto que la imaginación y la visualización tal vez sean los ingredientes más importantes de la influencia (limitada pero no, por ello, insignificante) que la mente ejerce sobre el cuerpo y el sistema inmunológico ¿Pero por qué las imágenes? Si consideramos una versión ampliada de la Gran Cadena de ser (materia, sensación, percepción, impulso, imagen, símbolo, concepto, etcétera) podremos observar que las imágenes constituyen el nivel inferior ( y, por consiguiente, más primitivo de la mente), un estrato que se halla, por lo tanto, en contacto directo con las facetas superiores del cuerpo. En otras palabras, la imagen es el vínculo que conecta directamente a la mente con el cuerpo (con sus humores, sus impulsos, su bioenergía, etcétera). Así pues, nuestros pensamientos y conceptos superiores se pueden traducir hacia abajo en forma de imágenes sencillas y parece que estas imágenes ejercen una influencia limitada pero apreciable e inmediata sobre los sistemas corporales (por vía del afecto o del impulso, el siguiente estrato descendente).

A la vista de todo esto, parece que el estado psicológico desempeña un papel en toda enfermedad y estoy completamente de acuerdo en que ese componente debería aprovecharse al máximo, ya que, en una situación crítica, puede resultar decisivo para inclinar la balanza hacia el lado de la salud.

Pero esperar ese resultado en casos no tan evidentes constituye una flagrante ignorancia. Por lo tanto, como escriben Steven Locke y Douglas Colligan en The healer within, toda enfermedad tiene un componente psicológico y, por consiguiente, los factores psicológicos no deberían desatenderse en ningún proceso curativo. Pero, prosiguen los autores, el problema es que la gente ha confundido el término psicosomático (que significa que un proceso de enfermedad físico puede verse afectado por factores psicológicos) con el de psicógeno (que significa que la enfermedad se debe exclusivamente a factores psicológicos).

Los autores afirman: “En un sentido estricto, bien podría decirse que toda enfermedad es psicosomática. Quizá haya llegado ya el momento de renunciar por completo al término “psicosomático”. Porque tanto al público como algunos médicos están utilizando el término psicosomático (que significa que la mente puede influir sobre la salud corporal) como un sinónimo de psicógénico (que significa que la mente puede provocar enfermedades en el cuerpo).Pero de este modo se pierde el verdadero significado de la enfermedad psicosomática.

Como sugiere Robert Ader: “No estamos hablando de la causa de la enfermedad sino de la interacción entre sucesos psicológicos, las habilidades de enfrentamiento y las condiciones biológicas preexistentes”.

Los mismos autores mencionan la existencia de otros factores, como la herencia, el estilo de vida, las drogas, la ubicación geográfica, la profesión, la edad y la personalidad. Es la interacción entre todos ellos ( a los que yo añadiría también los existenciales y espirituales) lo que parece influir en el origen y el desarrollo de una determinada enfermedad física. Aislar uno de ellos e ignorar a los demás constituye, pues, un exceso de simplificación que carece de sentido.

Entonces ¿de dónde proviene la idea “ Nueva Era” de que la mente, por sí sola, provoca y cura todo tipo de enfermedades físicas). Pues bien, después de todo, sus propagadores afirman que se asienta firmemente en las grandes tradiciones místicas y espirituales de todo el mundo. Pero aquí, en mi opinión, pisan un terreno muy resbaladizo. Según Jeanne Achterberg, autora de Imagery in healing (un libro que recomiendo encarecidamente ), el origen de esa noción se remonta históricamente a las escuelas del Nuevo Pensamiento, o del Pensamiento Metafísico, que se desarrollaron a partir de una lectura (distorsionada de Emerson y Thoreau de Nueva Inglaterra) quienes basaron gran parte de su obra en el misticismo oriental.

Pero este tipo de escuelas, entre las cuales cabe destacar a la Ciencia Cristiana, parecen confundir el acertado concepto de que “La Divinidad lo crea todo” con la noción errónea de que “Como soy uno con Dios, yo lo creo todo”. Esta postura, comete dos errores con respecto a los cuales creo que hubieran discrepado decididamente tanto Emerson como Thoreau. Por una parte, que Dios es un padre que interviene en su creación, en lugar de su Realidad, Mismidad o Condición y, por la otra, que tu ego es uno con ese Dios padre y que, por consiguiente, puede intervenir y manipular el universo que le rodea. Pero en las tradiciones místicas no he encontrado absolutamente nada que permita sostener tales afirmaciones.

En mi opinión, pues, ni la versión primitiva del karma ni las enseñanzas más evolucionadas prestan el menor apoyo a estos conceptos tan barajados por la “Nueva Era”.Entonces ¿de dónde proviene esa noción?. A partir de ese punto expondré mi propia teoría sobre el origen de este tipo de creencias. No voy a relacionarme compasivamente con el sufrimiento causado por esas nociones sino que voy a intentar encasillarlas, clasificarlas y elaborar teorías sobre ellas, porque pienso que algunas de ellas son peligrosas y deben ser atajas a tiempo, aunque sólo sea para evitar que sigan ocasionando más sufrimiento.

Quiero aclarar que mis comentarios no van dirigidos a esa gran mayoría de personas que cree de manera inocente, ingenua e inocua en esas ideas, sino más bien a los líderes de este movimiento: individuos que imparten seminarios sobre crear tu propia realidad, que organizan talleres en los que se enseña por ejemplo, que el cáncer es una consecuencia exclusiva del resentimiento; que la pobreza es obra tuya y la opresión algo que tú mismo construyes a tu alrededor. No dudo de las buenas intenciones de esas personas pero, en mi opinión, son peligrosos porque desvían la atención de ciertos niveles reales (como el físico, ambiental, legal, moral y socioeconómico, por ejemplo, en los que tanto trabajo debe realizarse todavía

En mi opinión, este tipo de creencias revisten las características inconfundibles de una visión mágica e infantil del mundo propia de los trastornos de la personalidad narcisista, entre los cuales se debe destacar la grandiosidad, la omnipotencia y el narcisismo. La idea de que los pensamientos no sólo influyen en la realidad sino que la crean son el corolario directo, a mi parecer, de la diferenciación incompleta de las fronteras del ego. En tal caso, los pensamientos y los objetos no están claramente diferenciados y, por consiguiente, desde ese punto de vista, manipular el pensamiento constituye una manera omnipotente y mágica de manipular el objeto.

Creo que la cultura hiperindividualista de Norteamérica (que alcanzó su cenit en la “década del yo”) fomentó la regresión a los niveles mágicos y narcisistas. Creo también (con Robert Bellah y Dick Anthony) que la aparición de estructuras sociales más cohesivas hizo que la gente volviera a sus propios recursos, lo cual también ayudó a reactivar las tendencias narcisistas.

Pero no debería entenderse con todo esto que estoy condenando globalmente a todo el movimiento “Nueva Era”. Después de todo se trata de una bestia multicéfala y posee aspectos (como la importancia de la intuición y la existencia de conciencia universal) que se basan en principios genuinamente místicos y transpersonales. Lo único que ocurre es que cualquier movimiento auténticamente transpersonal siempre congrega a su alrededor a un gran número de elementos prepersonales, simplemente porque ambos no son personales. Y es precisamente esta confusión, en mi opinión, entre el “pre” y el “trans”, la que constituye uno de los problemas fundamentales del movimiento de la “Nueva Era”. Veamos un ejemplo concreto basado en la investigación empírica. Durante las revueltas de Berkeley en protesta contra la guerra de Vietnam, un equipo de investigadores sometió a una muestra representativa de estudiantes al test de desarrollo moral de Kohlberg. De hecho, los estudiantes objetaron a la guerra su inmoralidad, pero ¿desde que nivel de desarrollo moral actuaban los estudiantes?.

El resultado de la investigación concluyó que sólo un pequeño porcentaje de
los estudiantes (alrededor del 20%) actuaban realmente desde las etapas postconvencionales (o transconvencionales), es decir, que sus objeciones no se basaban en las normas de ninguna sociedad concreta ni en un simple capricho personal sino en principios universales sobre el bien y el mal. Así pues, sus creencias sobre la guerra podían ser exactas o no pero su razonamiento moral se hallaba muy evolucionado.

La mayoría, sin embargo, de los protagonistas de la protesta (en torno al 80%) resultaron estar en la fase preconvencional, lo cual significa que su razonamiento moral se basaba en motivos personales fundamentalmente egoístas. Su rechazo a la guerra no se basaba en que fuera inmoral ni en que les preocupara realmente el pueblo vietnamita sino en que no querían que nadie les dijera lo que tenían que hacer. Sus motivos, por consiguiente, no eran universales ni sociales sino puramente egoístas. Y como era de esperar, apenas si había estudiantes que se hallaran en el nivel convencional (el nivel de “mi país, con razón o sin ella”), ya que este tipo de estudiantes no tenían motivo alguno para protestar.

El estudio, en otras palabras, concluía que un reducido número de estudiante verdaderamente post o transracionales congregó a su alrededor a un gran número de tipos preconvencionales sobre la base de que ambos grupos no eran convencionales.

Del mismo modo, creo que, en el movimiento de la “Nueva Era”, un pequeño porcentaje de elementos y principios auténticamente místicos, transpersonales o transracionales ha atraído a un número enorme de elementos prepersonales, mágicos y preracionales , simplemente porque ambos no son racionales, no convencionales y no ortodoxos.
Son estos elementos prepersonales y prerracionales, los que afirman, como lo hacían los estudiantes preconvencionales, que cuentan con la autoridad y el respaldo de una condición “superior”, cuando me temo que lo único que están haciendo sea justificar racionalmente una actitud meramente ombliguista. Como señala Jack Engler, se sienten atraídos por el misticismo transpersonal como una forma de racionalizar sus inclinaciones prepersonales. La clásica falacia “pre/trans”.

Coincido también con William Irwin Thompson en que un 20% del movimiento “Nueva Era” es traspersonal (trascendental y auténticamente místico) y un 80% es prepersonal (mágico y narcisista). Una manera sencilla de reconocer a los elementos transpersonales es que no les suele gustar que les califiquen de “Nueva Era”, ya que no tienen nada de “nuevo”, sino que su punto de vista es, por el contrario, perenne.

En el campo de la psicología transpersonal nos vemos obligados a diferenciarnos continuamente (obviamente de la manera más delicada y amable posible) de todo tipo de tendencia prepersonales, porque confieren a todo el campo una reputación “inconsistente y “boba”. No estamos en contra de las creencias prepersonales, lo único que ocurre es que tenemos dificultades en admitir esas creencias como si fueran transpersonales.

Nuestro amigos “inconsistentes” se ponen furiosos con nosotros porque suelen pensar que sólo hay dos actitudes en el mundo: la racional y la no racional y consideran, en consecuencia con su forma de pensar, que deberíamos unirnos a ellos en contra el campo racionalista. Pero en realidad, no existen dos sino tres actitudes diferentes: la prerracional, la racional y la transracional;y de hecho los Psicólogos trasnpersonales nos hallamos más cerca de los racionalistas que de los prerracionalistas. No hay que olvidar que: “ los niveles superiores trascienden pero incluyen a los inferiores” que el espíritu es translógico, no antilógico y que no se limita a rechazar a la lógica sino que la adopta y va más allá de ella.

Cualquier principio transpersonal debe superar la prueba de la lógica y entonces ( y solo entonces) trascenderla con sus propias intuiciones adicionales. Me temo, pues, que algunas de las tendencias “inconcientes” de nuestro entorno no se hallen más allá de la lógica sino, por el contrario, más acá de ella.

Lo que nosotros estamos intentando hacer es separar los elementos auténticos, universales y “verificados en el laboratorio” del desarrollo místico, de aquellas otras tendencias más singulares, mágicas y narcisistas. Se trata de una tarea difícil y llena de trampas y no siempre la llevamos a cabo de la manera correcta. Los líderes en este campo son Jack Engler, Daniel Brown, Roger Walsh, William Irwin Thompson y Jeremy Hayward.

Ken Wilber

ESPÍRITU MATERIA Y VIDA: eras de lo humano


23-03-2007
Escribe Leonardo Boff
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Las síntesis históricas a menudo son arbitrarias. La nuestra también lo es. Pero responden a la exigencia que tenemos de marcos orientadores que nos ayuden a entendernos a nosotros mismos y a entender nuestra propia historia. Hagamos entonces una especie de lectura de ciego captando solamente los puntos relevantes. Veo tres grandes etapas, verdaderas eras, que marcan las relaciones del ser humano con la naturaleza.

La primera es la era del espíritu. Es la era que plasmó las culturas originarias y ancestrales. Los seres humanos se sentían movidos por fuerzas que actuaban en el cosmos y en ellos mismos, realidades numinosas y omnienglobantes que les proporcionaban protección y seguridad. Era la experiencia chamánica del espíritu que atravesaba todas las cosas, creaba una union mystique con todos los seres y hacía que el ser humano se sintiera perteneciente a un todo mayor. Grandes símbolos, ritos y mitos daban cuerpo a esa experiencia fontal. Fue entonces cuando se proyectaron imágenes de lo Divino. Esas imágenes, a la vez que seguían siendo imágenes, eran también centros energéticos de la vida y de la naturaleza con los cuales el ser humano debía confrontarse y escuchar sus llamadas. No dejaban de estar presentes también todos los demás avatares de la condición humana, pero era lo espiritual lo que daba sentido a todas las demás instancias. Esta era marcó nuestro inconsciente colectivo hasta los días actuales.

La segunda es la era de la materia. Los seres humanos descubrieron la fuerza física de la materia y de la naturaleza. Pasaron a no ver ya en ellas una imagen de lo Divino, sino un objeto para su uso. La agricultura del neolítico hace diez mil años revela la presencia de esta era. Los padres fundadores del método científico le dieron un marco teórico, diciendo que la naturaleza no tiene conciencia, por lo tanto podemos tratarla como queramos. Profundizaron, hasta llegar al mundo atómico y al subatómico, poder que el hombre puede utilizar para destruir y construir. Las fuerzas espirituales y psíquicas de la era anterior fueron consideradas magia y superstición, y como tales fueron combatidas. La concentración en esta experiencia introdujo la profanidad. Dios es pensado sin el mundo, lo cual hizo surgir un mundo sin Dios. Mediante las energías arrancadas a la materia, se logró la dominación de la naturaleza y la explotación ilimitada de sus riquezas. Ya hemos sobrepasado los límites de tolerancia de la Tierra, y disponemos de medios para destruirnos totalmente. Pero también ha surgido un nuevo sentido de la responsabilidad y la exigencia de una ética del cuidado.

Estamos entrando ahora en la era de la vida. La vida une materia y espíritu. Representa una posibilidad de la materia cuando se distancia del equilibrio en un contexto de alta complejidad. Entonces irrumpe la vida. Para hacer eclosión, la vida requiere una urdimbre de interdependencias de lo físico con lo químico, de la biosfera con la hidrosfera, con la atmósfera y con la geosfera. Todo está ligado a la vida, sea como condición previa sea como ambiente. Por lo tanto, ella ocupa el lugar central. En el conjunto de los seres, el ser humano tiene la misión de ser el jardinero y el cuidador de la vida. A él le corresponde proteger la vida de Gaia, conservar la biodiversidad y garantizar el futuro para él mismo y para todos. Es el desafío en el actual momento de calentamiento planetario.

La era de la vida está amenazada. Es urgente mantener las condiciones de su continuidad y coevolución. La vida, y no el crecimiento, debería ser el gran proyecto planetario y nacional. No percibir este desplazamiento es autoengañarse. Oportunamente nos convoca la sabiduría bíblica: «te propongo la vida o la muerte. Escoge la vida, para que tú y tu descendencia puedan vivir» (Dt 30,19).

DISMINUIR EL PASO, CAMBIAR EL RUMBO

Hace algunos años, en las olimpíadas para minusválidos de Seattle, también llamadas Paraolimpíadas, nueve participantes, todos con deficiencia mental o física, se alinearon para la salida de la carrera de los cien metros llanos. A la señal, todos partieron no exactamente disparados, pero con deseos de dar lo mejor de sí, terminar la carrera y ganar el premio. Todos, excepto un muchacho que tropezó en el piso, cayó rodando y comenzó a llorar. Los otros ocho escucharon el llanto, disminuyeron el paso y miraron hacia atrás. Viendo al muchacho en el suelo, se detuvieron y volvieron. Todos!!! Una de las muchachas, con Síndrome de Down, se arrodilló le dio un beso al muchacho y le dijo: Listo, ahora vas a sanar. Y todos, los nueve competidores entrelazaron los brazos y caminaron juntos hasta la línea de llegada. El estadio entero se puso de pie y no había un sólo par de ojos secos. Los aplausos duraron largos minutos, las personas que estaban allí aquel día, repiten esa historia hasta hoy. ¿Por qué? Porque en el fondo, todos sabemos que lo que importa en esta vida, más que ganar, sólo es ayudar a los demás a vencer, aunque ello signifique disminuir el paso y cambiar el rumbo.